Dios Existe
Me despierto en medio de la noche, están gritando cerca de mí. Es una chica la que grita con todas sus
fuerzas… la están reteniendo entre 3 hombres… intenta defenderse a patadas,
pero uno de ellos la sujeta por los pies, mientras los otros dos no dejan de
manosearla por todo el cuerpo…
Intentan llevarla dentro
del parque, no hay mucha luz en la calle, trafico nulo a estas horas de la madrugada. Nosotros los
que vivimos en la calle estamos acostumbrados a ruidos y gritos en la noche..
los jóvenes beben y gritan porque están eufóricos, pero estos gritos me han
sobresaltado porque no son de fiesta, son de miedo, son gritos de pánico al ver
que su integridad está en juego.
Despierto a Manuel que duerme junto a mí, él a su vez despierta a Ricardo, y yo sin pensarlo, me
dirijo hacia los tres individuos gritando con tono de guerra, me miran y se
apresuran para colarse en el interior del parque.
Ricardo esta atónito y medio dormido. La chica me mira, se mueve
con más furia, y uno de los chicos cae
al suelo de una patada fruto de las ganas de defenderse…
Les grito de nuevo con la
intención de que vean mis ganas de salvar a la chica… Manuel sigue mis pasos e increpa también a los tres malvados personajes.
Se sigue moviendo con más
vitalidad, y consigue ponerse a correr, pero la retienen, la cogen de nuevo de
la camiseta… la chica vuelve a gritar mientras nosotros tres nos estamos
acercando. Se incorpora el chico caído al suelo, estamos cerca de ellos,
Ricardo con un palo en la mano, apunto de atacarles justo cuando ellos
deciden abandonar a su presa.
El miedo de la chica y
vernos como sus salvadores, hace que corra y se abrace a mi buscando la
salvación que tanto deseaba…
Está muerta de miedo, tiembla, llora, me mira…
no puede soltar palabra, los tipos han desistido gracias a nosotros… se alejan,
nos miran en la lejanía, nos gritan… pero nosotros estamos felices de haber
ayudado a la chica indefensa.
Esta pálida, tiembla de
miedo, en ese justo momento llega la policía, seguramente avisados por algún
vecino por los gritos de la chica, no podemos ni reaccionar cuando se bajan 4
agentes, 2 de cada coche, nos separan de la chica, nos intimidan y
retienen contra el coche… la chica, pálida, sigue en estado de shock.
Ya inmovilizados, un
agente intenta calmar a la chica que está gritando de ver tal injusticia.
Nosotros ya estamos acostumbrados, tanto Manuel como yo hemos pasado por esto
otras muchas veces. Ricardo se ha esfumado al escuchar el sonido de las sirenas, ya que no ha tenido buenas experiencias con la policia.
- - ME HAN
SALVADO ELLOS (grita la chica todavía
aterrada).
-
¿Cómo que te
han salvado ellos? Pregunta el agente mirándonos con cara de sorprendido.
- - SIIIII, ELLOS,
SOLTARLOS POR FAVOR, (vuelve a gritar).
-
Cálmate, por
favor. (el agente que me retiene a mí).
-
Si, gracias a
ellos estoy bien, (pronuncia con dificultad la chica).
Después de una conversación de
Marina (Así se llama la chica) con los policías, deciden quitarnos las esposas.
Nos invitan a subir a uno de los coches, en el otro sube Marina. Ni una
disculpa, nos tratan con desprecio, lo notamos en cómo nos ignoran…
Al final uno se
acostumbra a que te ignoren, a que te desprecien, pero no entiendo como no hay
más humanidad en personas acostumbradas a convivir con todo tipo de situaciones,
porqué si, somos humanos, con sentimientos, con alegrías (pocas) y seres que sufrimos un desprecio tras otro.
Con Marina actuamos cómo
creemos que hubiese actuado cualquiera persona cuando ve a alguien indefenso, aunque
también os diré que hemos visto gente cambiando de acera cuando a los que estan agrediendo somos gente de la calle. Gente que día tras día vemos pasar… cada
día pasáis por nuestro lado y no levantáis ni la mirada por no ver una realidad
que no va con vosotros. Sí, esos somos nosotros, los que os vemos infelices con
vuestra vida materialista, (hoy siempre miráis hacia abajo, a vuestro móvil) los que os vemos discutir por cosas simples, los que
os vemos tristes, los que no prestáis atención a vuestros hijos. Nosotros luchamos por subsistir y vosotros inmersos en
una vida aparentemente normal, que nosotros algún día no tan lejanos también tuvimos.
Llegamos a la comisaria,
nos abren la puerta sin mediar palabra. Marina se dirige a nosotros.
- - ¿Estáis bien?
- - Si, si, la
indiferencia no mata… (respondo).
Marina más calmada, nos sonríe,
me abraza, abraza a Manuel, él me sonríe… Tanto tiempo de desprecios, la vida
nos da pequeñas alegrías y hoy me siento persona gracias a ella.
Nos toca hacer de
testigos de tan mala vivencia, perdemos la mañana (no tenemos nada que hacer),
hoy no hemos ido al comedor a desayunar, y nos tocara conseguir algo para comer, ya que tenemos hambre,
siempre vamos al limite. No nos ofrecen ni un vaso de agua, ellos van y vienen, se
ríen, pasan por nuestro lado como si no existiéramos… pero es más habitual de
lo que quisiera.
Marina está en la sala
contigua a la nuestra, en ese momento llega un señor que por lo que deduzco
debe de ser su padre. Ella se lanza a llorar, como puede, le explica (eso
supongo, ya que el probable padre, nos mira) que nosotros intervinimos en ese
mal trago acabado de pasar.
Calma a Marina y cuando
puede entra en nuestra sala y con un buen apretón de manos se nos presenta.
- - Hola Soy
Luis, padre de Marina, muchísimas gracias por ayudar a mi hija, no tengo
palabras para agradeceros lo que hoy
habéis hecho por ella.
Manuel y yo nos miramos,
no estamos acostumbrados a tanta gratitud, bueno a ninguna gratitud. Somos transparentes,
aunque muchas veces, los que nos ignoran cambien de acera, o puedan casi
pisarnos.
- - El es Manuel,
yo soy Enrique. (nos vuelve estrechar la mano). Son instintos humanos que
tenemos, y que nosotros compartimos, lo que le pasa a uno, es problema de
todos, y al vivir en la calle nuestra solidaridad aumenta.
- - ¿Cómo esta
Marina? Preguntó Manuel (algo increíble
en él, ya que es súper tímido).
- - Nerviosa,
pero muy agradecida a vosotros. ¿Qué os falta hacer? ¿tenéis para mucho rato?
- - No lo sé,
hemos testificado, mirado fotos de archivo y nos dicen que nos esperemos.
- - Vale, voy a
ver si me aclaran como está el tema, ya que Marina necesita descansar.
No pasan ni 5 minutos
que ya nos vienen a comunicar que podemos irnos. Que ya saben dónde
localizarnos, pues parece ser que aunque nos ignoran, saben de nosotros.
Salimos todos juntos,
Marina nos da de nuevo las gracias. Luis nos invita a que vayamos a su casa a
comer. Nos miramos Manuel y yo.
- - Tenemos que
volver , hemos dejado todas nuestras cosas cerca del parque y corremos el
riesgo de que desaparezcan.
- - Tomar esto
(extiende la mano y nos da dinero), por favor aceptarlo e ir a comer y
comprar lo que necesitéis.
Cojo el dinero, lo guardo sin mirar. Marina nos mira con gratitud, está muy cansada. Luis antes de irse, nos da
su tarjeta de visita y dice:
- - Si necesitáis
algo, por favor, venir a mi casa o llamarme. Yo y mi familia estamos en deuda
con vosotros. Nos veremos pronto. Muchas gracias de nuevo.
Vemos como se alejan,
Manuel y yo nos miramos y sin perder un minuto saco el dinero del bolsillo. No
me lo puedo creer.
- - Dios existe,
Dios existe Manuel (no dejo de gritar). Y todavía hay personas buenas y agradecidas.
En este momento recuerdo
que Manuel necesita comprar unos zapatos nuevos, ya que tiene un 47 de número y
en Caritas no tienen tan grandes.
- - Manuel, hay
casi 300 euros, (estamos llamando la atención) vuelvo a gritar.
Mi compañero del alma me
calma y me indica que guarde tan preciado tesoro, ya que para nosotros un Euro
tiene 5 o 6 veces su valor.
Decidimos ir a comprar al
súper de siempre, allí donde no nos registran al salir, ya que saben que somos
SIN TECHO, pero no ladrones. Me imagino comiendo en un restaurante un menú
sencillo, pero no, no quiero ni pensarlo, pues la última vez que lo intenté, me
sacó la policía del restaurante. El propietario argumentó que molestábamos a
sus clientes.
Una vez realizada la
compra, recogimos nuestras pertinencias y nos fuimos al parque a disfrutar de
tan rica comida. Comentamos que ternura la de Marina y Luis, aunque la chica lo ha pasado muy, pero que muy mal.
Estoy feliz de poder ir
con mi amigo a comprar sus zapatos, pues camina con la suela zurcida al zapato con cinta aislante por fuera del calzado, y cuando llueve, el agua corre a sus anchas en sus
pies.
Si, hoy una vez más, pienso que DIOS EXISTE, tanto para los abandonados como para el resto, hoy para Marina hemos sido sus Ángeles protectores.
PD:
si te ha gustado comparte este enlace con tus amistades y seres queridos. También puedes seguir el blog
si te ha gustado comparte este enlace con tus amistades y seres queridos. También puedes seguir el blog